• Fernández, García y González encabezan la lista de los apellidos más comunes en Asturias
• Los añadidos al nombre propio se generalizan a partir del Concilio de Trento

Ochenta de cada mil habitantes asturianos se apellidan Fernández, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), por lo que se convierte en el apellido que más veces se repite en los documentos nacionales de identidad de los ciudadanos residentes en el Principado. Se trata de un apellido patronímico que proviene de Fernán o Fernando, extendido por toda la Península y sin relación alguna entre las distintas ramas. El INE, tomando como referencia los padrones municipales, sitúa en segundo lugar, con el 65,4 por cada mil habitantes, el apellido García, cuyas primeras referencias se remontan al siglo XIX. Éste procede del nombre personal prerromano García, actualmente en desuso, y que en el idioma godo significaba príncipe de vista agraciada. Y cerrando la lista de los tres apellidos más habituales en la región se encuentra González, del que son poseedores 51,5 habitantes de cada mil. De origen español, es igualmente un apellido patronímico y se deriva del nombre propio Gonzalo (hijo de Gonzalo), muy común durante la Edad Media y muy extendido por todo el continente americano. Los apellidos distinguen a las personas, son su seña de identidad, la señal de la familia y sirven de complemento al nombre para evitar confusiones. Pero no siempre existieron.
Fue en la Edad Media cuando comenzaron a formalizarse los apellidos, ya que los escribanos hacían constar junto al nombre propio el apodo, sobrenombre, profesión o lugar de procedencia de los interesados. En un principio, sólo se documentaban los miembros de la alta sociedad y los representantes de la Iglesia, aunque poco a poco esta práctica se fue extendiendo al resto de la población. Con el cardenal Cisneros, en el siglo XVI, y el Concilio de Trento se crean los registros y se establece el principio básico del apellido, ya que se formalizan los libros parroquiales, apunta Manuel Rodríguez de Maribona y Dávila, historiador y director de la Academia Asturiana de Heráldica y Genealogía. De esta forma, se aseguró su transmisión. Los apellidos que más abundan en español son los terminados en «ez», que significa «hijo de». Así, Alfonso Rodríguez era «Alfonso, hijo de Rodrigo». Aunque también el nombre del padre se llegaba a transformar en apellido. Por ejemplo, José el hijo de Marco derivaba en José Marco, o Miguel el hijo de Martín resultaba Miguel Martín. Ambas fórmulas componen los apellidos patronímicos, los más habituales en nuestro país.
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